La poda del olivo tiene una importancia crucial desde las primeras etapas del crecimiento de la planta y tiene una finalidad esencial en términos de economía y producción futuras.
Las técnicas de poda tienen como objetivo principal formar y hacer productiva a la planta, por lo tanto, mantener sus características productivas y vegetativas equilibradas, mantener la producción constante en el tiempo y evitar los fenómenos tempranos de senescencia de la planta.
El olivo, como cualquier frutal, se planta joven y debe pasar por varias fases de crecimiento antes de alcanzar un nivel de productividad que sea comercialmente útil.
Varios parámetros contribuyen al tipo de poda y son principalmente la rotación, es decir, los años que transcurren entre una poda y la siguiente, la intensidad, es decir, la cantidad de vegetación eliminada, la época de la poda, o sea, la estación del año en que se realiza.
La falta de poda conduce a un crecimiento excesivo de la vegetación en detrimento de la productividad y la constancia productiva y, por tanto, de la conveniencia empresarial y económica.
Evidentemente, también es importante la forma en que se realiza, evitando cortes de gran diámetro y demasiado cercanos al tronco para evitar su degradación.
Poda de formación
Los dos primeros años de vida de un olivo se suelen gestionar en el vivero obteniendo plantas en maceta a las que ya se les ha quitado el ápice para inducir a la planta a formar ramas laterales.
Una vez plantada, se realizan las operaciones necesarias para favorecer una rápida terminación de la estructura esquelética, para una pronta entrada en producción y para la formación de una estructura sólida capaz de soportar el follaje y la fruta.
A la hora de plantar, es aconsejable eliminar sólo las ramas bajas, las ramas del tallo de gran vigor, que afectarían al crecimiento de otras ramas, y las dicotomías, es decir, las bifurcaciones de los ápices.
Durante los primeros años es conveniente realizar una poda limitada, ya que una poda intensa reduciría la vegetación, adelantando la fructificación en detrimento de la gestión arquitectónica y productiva.
En estos años sería aconsejable hacer pocos cortes e intervenir con torsiones, dobleces y ataduras para orientar las ramas.
Las principales intervenciones cesáreas se dedican a la eliminación de los chupones (ramas del año con fuerte dominancia apical) en verano.
Después de las operaciones de formación, la planta debe tener un tronco libre de vegetación de aproximadamente 1,0 m de altura y un número de ramas supernumerario con respecto a las ramas que constituirán la arquitectura final de la planta.
Estos deben ser eliminados gradualmente hasta el cuarto o quinto año de edad, lo cual es importante para el crecimiento y para reducir la producción alternante.
Al final de la poda, entre el 3er y el 5º año, y según la forma de gestión elegida, deben estar presentes 3-4 ramas (ramas principales) que deben formarse con un ángulo respecto a la vertical de 35-40° en el caso de la recolección mecánica con vibrador de tronco y de 40-45° en el caso de la recolección manual o facilitada. Esto se hace con la ayuda de esparcidores que mantienen las ramas en la posición elegida.
En estos años, al igual que en los siguientes, se debe prestar especial atención a las enfermedades del olivo, eliminando las partes infectadas si es necesario.
Poda de producción de olivos
La poda de producción permite mantener la forma de cultivo elegida, la contención del follaje para regular la actividad vegetativa y productiva.
En la primera fase, se eliminan las últimas ramas supernumerarias y las ramas vigorosas que se originan en el tallo. En los años siguientes se realizará principalmente una poda para mantener el equilibrio de la planta.
Los principales métodos son la poda equilibrada, manteniendo una buena vegetación pero eliminando las ramas débiles y menos vigorosas.
Las copas de los olivos se podan muy internamente para evitar un sombreado excesivo del interior de la copa, que reduciría la superficie útil para absorber la radiación luminosa, útil para la producción.
Como se ha mencionado anteriormente, en esta fase es necesario eliminar las partes de la planta atacadas por los patógenos.
La poda de producción también implica la eliminación de los chupones que se originan en el cuello de la planta (la parte del tallo cercana al suelo) y los chupones que crecen cada año en la parte posterior de las ramas.
Cuando haya ramas de gran diámetro que deban ser sustituidas por estar enfermas o dañadas, hay que intervenir con cortes de retorno, realizando los cortes en la primera bifurcación útil que sea al menos 1/3 de la rama que se va a eliminar. Esto permitirá que las ramas crezcan de manera uniforme y evitará una reducción drástica de la producción tras la poda. Por último, habrá que realizar cortes de aclareo y rejuvenecimiento en algunos árboles para renovar la vegetación si se ha dejado abandonada o mal cuidada a lo largo de los años.
Hay que tener en cuenta que si el olivo está en equilibrio, bastarán unos cuantos cortes puntuales y la eliminación de la pequeña vegetación anual para conseguir una producción equilibrada.