Origen
La tuberculosis del Olivo, es un patógeno causado por la bacteria Pseudomonas savastanoi y ya conocido desde la antigüedad.
Esta enfermedad bacteriana afecta a los órganos leñosos de la planta, formando escamas tumorales muy evidentes que a veces pueden afectar a grandes porciones de las propias ramas.
Obviamente, al ser una bacteria, no es tan evidente como los insectos y los hongos, de hecho coloniza las plantas desde el interior, reduciendo su vigor y debilitando la planta.
Si la enfermedad se produce en plantas de vivero, éstas suelen ser no comercializables debido a los daños causados, si ataca a plantas adultas éstas siguen produciendo a pesar de la infección, esto puede variar, dependiendo de la magnitud del daño. Además se pueden realizar algunas labores de recuperación en algunas plantas.
El patógeno puede propagarse de varias maneras. En la mayoria de casos, es transportado como vector por otros insectos, pero también como inóculo en partes ya infectadas, o como ataque secundario, por ejemplo, las picaduras que hace la mosca en la drupa.
También tiene una fase epífita (externa) en el filoplano (superficie de la hoja), por lo que el material de propagación es a la vez el inóculo y el medio de diseminación.
El patógeno
Se trata de una bacteria gram negativa, con forma de bastón, capaz de penetrar en el interior de los vasos conductores, tras lesiones y heridas causadas por insectos o por agentes climáticos como las heladas, el granizo y la poda.
Evidentemente, la propagación se activa y favorece con la presencia de agua, ya sea en forma de lluvia o de humedad intensa, lo que permite a la bacteria desplazarse fácilmente en medio líquido.
Las infecciones también se originan en lugares alejados del punto de infección primario, debido a la propagación de la bacteria dentro de los vasos linfáticos de la planta. Esta movilidad permite la formación de tubérculos y excrecencias en toda la planta.
La incubación previa a los síntomas puede durar de uno a varios meses dependiendo de las condiciones ambientales. En efecto, las condiciones climáticas influyen en gran medida en el crecimiento de la bacteria, que se ve favorecida por una humedad atmosférica elevada, una humectación prolongada y temperaturas entre 20 y 30 °C, con un óptimo en torno a los 22-25 °C.
Como ya he dicho, el agua es el principal medio de transporte y difusión, ya que se crea una solución de continuidad entre las zonas donde está el inóculo y las nuevas porciones a infectar.
Principalmente, el inóculo más peligroso son los propios tubérculos, especialmente los no lignificados, donde la bacteria es muy activa. Con las lluvias, por ejemplo, el material bacteriano es «lavado» y se extiende a otros órganos de la planta.
Los periodos de mayor ataque están relacionados con los periodos húmedos y/o tras la creación de heridas. Así, en el periodo de otoño-invierno, debido tanto al aumento de las precipitaciones como a la filoptosis de las hojas, se produce un aumento del número de heridas. O en primavera tras la poda, las heladas primaverales y los primeros ataques de otros patógenos.
Daños
Las partes afectadas de la planta pueden ser principalmente las ramas jóvenes, seguidas de las hojas, los brotes y las raíces.
La bacteria induce a la planta a producir fitorreguladores (auxinas, citoquininas) que conducen a la formación de tubérculos.
El daño principal está representado por tubérculos tumorales de forma irregular, inicialmente pequeños, lisos y verdes que, con el tiempo, evolucionan hasta formar excrecencias más grandes con una superficie arrugada y de color marrón oscuro.
Las ramas afectadas están muy debilitadas y se secan o crecen atrofiadas. En situaciones de amplia propagación del patógeno, se observa un deterioro generalizado de la planta con reducción de la floración y dificultad en el cuajado y maduración de las aceitunas.
Defensa
En cuanto a la defensa, hay que optar por intervenciones principalmente agronómicas, como el uso de cultivares menos susceptibles. Habrá que intervenir con operaciones de cultivo equilibradas que eviten crear numerosas heridas.
Esto se debe a que no es conveniente intervenir con productos fitoterápicos, ya que los bactericidas y antibióticos tienen dificultades para translocarse en los vasos.
Por ejemplo, después de la poda y de eventos climáticos adversos será conveniente intervenir con tratamientos desinfectantes en las porciones de planta afectadas, especialmente en el periodo vegetativo. También es de suma importancia la desinfección de las herramientas después de su uso.
La intervención más común es la eliminación de las ramas infectadas con la posterior desinfección del punto de corte con productos cúpricos.
Fuentes de las imágenes:
- www.info.agrimag.it
- www.cropscience.bayer.it/