Como sabemos, en los últimos años la atención se ha centrado, cada vez más, en los pesticidas y los productos contaminantes.
De hecho, en los últimos años hemos asistido a una reducción de los productos químicos que pueden utilizarse en la agricultura. Entre las últimas novedades, está la solicitud de prórroga para el uso del glifosato, un producto muy utilizado, pero también muy controvertido por ser altamente contaminante.
Dado que no se ha encontrado ningún sustituto digno, se solicita una prórroga del plazo para la eliminación del producto a escala europea. La UE ha propuesto un aplazamiento hasta julio de 2023. Esta decisión ha suscitado la oposición de numerosos organismos, entre ellos el SCoPAFF, el Comité Permanente de Vegetales, Animales, Alimentos y Piensos de la Comisión Europea, que lucha por cumplir los plazos de diciembre.
De hecho, el viernes 14 de octubre, varios Estados miembros bloquearon la prórroga temporal de la aprobación por la UE del controvertido pesticida glifosato un año más, después de que no se alcanzara la mayoría necesaria.
Volviendo a las políticas relativas a estos productos, el 22 de junio, con la Comunicación 305/2022, la Comisión Europea propuso un nuevo reglamento que obliga a los agricultores a reducir el uso de productos fitosanitarios en un 50% para 2030, esta propuesta está en la misma línea con las estrategias de la UE «De del productor al consumidor» y «Biodiversidad».
Estas nuevas propuestas forman parte de un paquete de medidas destinadas a reducir la huella medioambiental del sistema alimentario de la UE y contribuir a mitigar las pérdidas económicas que ya estamos sufriendo debido al cambio climático y a la pérdida de biodiversidad.
Las medidas claves incluyen:
- Objetivos jurídicamente vinculantes en toda la UE para reducir el uso de los plaguicidas químicos y los plaguicidas más peligrosos en un 50% para el 2030. Los Estados miembros fijarán sus propios objetivos nacionales de reducción dentro de unos parámetros definidos por la UE.
- Control ecológico de plagas: Las nuevas medidas garantizarán que todos los agricultores y otros usuarios profesionales de plaguicidas practiquen la Gestión Integrada de Plagas (GIP). (Gestión Integrada de Plagas). Un sistema de control de plagas respetuoso con el medio ambiente que se centra en la prevención de plagas y da prioridad a los métodos alternativos de control, utilizando plaguicidas químicos sólo como último recurso.
- Prohibición de todos los plaguicidas en zonas sensibles: se prohíbe el uso de todos los plaguicidas en lugares como zonas verdes urbanas, incluidos parques o jardines públicos, zonas de juego, zonas recreativas o terrenos recreativos o deportivos, senderos públicos, así como zonas protegidas de acuerdo con Natura 2000 y cualquier zona ecológicamente sensible que deba preservarse.
Además, los Estados miembros deben fijar objetivos positivos para aumentar el uso de sustancias no químicas y obtener asesoramiento independiente y específico sobre métodos alternativos de gestión de plagas con productos no químicos.
La propuesta transforma la directiva existente en un reglamento que será directamente vinculante y uniformemente aplicable a todos los Estados miembros.
Estas propuestas revisan las normas vigentes sobre el uso sostenible de los plaguicidas (véase la Directiva 2009/128/CE) para alinearlas con las ambiciones establecidas en las estrategias de la UE «Green Deal», «Biodiversidad» y «Del campo a la mesa». Las propuestas deben ser aprobadas por los Estados miembros en el Consejo y el Parlamento Europeo, según el procedimiento legislativo normal.
En la actualidad, hay muchas opiniones en contra o no del todo acordes con las posibilidades reales de reducción. De hecho, muchos creen que esta reducción es demasiado drástica y rápida y que Europa no podrá adaptarse tan rápido en términos de producción. Suponen una reducción de la producción de hasta el 17%, según han expresado al eurodiputado De Castro y otros.
Los principales comentarios se refieren a que la UE no ha abordado posibles soluciones para la sustitución de estos productos. Se solicita poder autorizar el uso de soluciones biotecnológicas sostenibles para limitar el uso de productos químicos.
En realidad, la agricultura europea, según un estudio en colaboración entre Coldiretti y el centro de estudios Divulga, consume unos 1,6 kg de pesticidas por hectárea, aproximadamente la mitad que Estados Unidos, 2,5 Kg por hectárea, y hasta diez veces menos que en Asia, con 12,6 Kg por hectárea.
En fertilizantes, Europa consume unos 50 kg por hectárea, Estados Unidos 60 kg/ha, y en Asia, sólo China distribuye unos 198 kg/ha.
Aunque somos un ejemplo internacional, es importante seguir manteniendo normas estrictas mediante la reducción continua del uso de plaguicidas.
Europa tendrá que adaptarse a la situación actual, incluso con la presencia de la guerra, las exigencias climáticas y, al mismo tiempo, cuidando el bienestar de los ciudadanos.
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